CONSIDERACIONES SOBRE LA AGRESIÓN COMPETITIVA


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El perro al cumplir una función positiva en la estructura psíquica del humano, muchas veces, ha generado una visión desnaturalizada por parte de sus propietarios (esto, en algunos casos, ocurre porque el perro ha suplido emocionalmente el lugar de seres amados o carencias afectivas, etc.), es decir, se ha tratado al perro como a otro ser humano, un hecho que puede traer problemas de convivencia y consecuencias negativas para ambas especies.

No existe duda alguna que un perro debe ser merecedor de todo nuestro cariño y respeto, pero su propietario debe comprender que el mayor acto de amor que se le puede brindar al ejemplar no consiste en humanizarlo sino en tomarse "el trabajo de comprender cuales son sus reales necesidades y procurar cubrirlas de la mejor manera posible".

La agresión en el perro

Muchas personas parecen no saber que la agresión es inherente al perro, esto no significa que nuestro gran compañero canino necesariamente vaya a expresar alguna conducta agresiva hacia nosotros, pero si debemos comprender que bajo "determinadas circunstancias" todo perro puede reaccionar agresivamente, pues la agresión es uno de los lenguajes de comunicación que conoce, establecido en su patrón de conducta desde su impronta y utilizado para interactuar en su sistema social, por ejemplo: establecer jerarquía, reclamar su derecho a reproducir, defenderse, etc. por consiguiente, resulta imprescindible que el hombre sepa cuáles son los desencadenantes de la agresión en el perro, en qué contexto la expresa y las señales que la hacen revisable para poder actuar en consecuencia y condicionar adecuadamente su conducta.

¿Cuáles son los principales desencadenantes de la agresión en el perro?

Existen varias clases de agresión: miedo, territorial, sexual, maternal, orgánica, etc. pero, solo vamos a comentar la principal causa de agresión de perros a humanos y esta ocurre por "dominancia competitiva" (Beaver, 1983; Polsky, 1996).

En el año 2009, Joaquín Pérez-Guisado y Andrés Muñoz Serrano (Universidad de Córdoba, España), publicaron en el "Journal of Animal and Veterinary Advances" una interesante investigación titulada "Factors Linked to Dominance Aggression in Dogs" donde concluyen:

"La manera en que el propietario se relacione con su perro puede favorecer la agresión por dominancia. Aproximadamente el 40 % de las situaciones de agresión por dominancia están vinculadas a dueños de perros que han sido permisivos, poco severos con estos, o solo han llevado a cabo un mínimo entrenamiento en obediencia básica (Grognet y Parker, 1992, adaptado). También el comportamiento agresivo se relaciona con perros que han sido tratados de forma inadecuada, muchas veces humanizados (O'farrell, 1997), por ejemplo, puede habérseles permitido subir a la cama o sillón del amo, o consentirlos en demasía…" (citado por Pérez-Guisado et al. 2009, traducido, adaptado).

Resulta imprescindible comprender que el sistema social del perro es jerárquico (el cachorro ingresa a nuestro hogar con esta conducta jerárquica programada, forma parte de su patrón de conducta) y las jerarquías otorgan determinadas atribuciones a los individuos que las poseen, por ejemplo: los perros con jerarquía superior puede realizar comunicaciones físicas hostiles que van desde mordidas de advertencias (sin producir daño físico, son mordías controlas en potencia o intensidad) hasta ataques donde son capaces de producir lesiones a individuos jerárquicamente inferiores; por tanto, desde el momento que el cachorro ingresa al hogar deberá ser ubicado socialmente en la última posición jerárquica, es decir, será sumiso (por siempre, pues las jerarquías no son estáticas sino dinámicas y requieren de actos de reconfirmación) a todos los integrantes del grupo familiar, especialmente infantes y niños.

¿Cuál es la clave para desarrollar un buen liderazgo?

Los perros no seguirán a líderes permisivos (pues esto representa incapacidad de liderar) ni tampoco a castigadores agresivos (otra clase de mal liderazgo); por consiguiente, es necesario que el propietario (superalfa) encuentre un equilibrio en la manera de tratar al perro para conseguir su afecto, confianza y respeto, para ello deberá "condicionar sin concesiones las conductas inapropiadas; pero, siempre siendo benevolente en la aplicación del estímulo condicionante", es decir, educarlo con disciplina, pero sin hostigarlo ni causarle dolor.

Nota a los propietarios de perros: ante cualquier conducta agresiva de su perro recurra a un educador canino profesional.

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